jueves, 19 de abril de 2012

PeÑa Nieto, el Candidato de Rateron

Peña Nieto: el candidato de Calderón

John M. Ackerman
http://www.jornada.unam.mx/2012/04/16/politica/018a1pol

Todo parece indicar que finalmente no se cumplirá la amenaza de ruptura de la coalición PRI-PAN que se vislumbraba al principio del proceso electoral. Desde la reunión privada que sostuvieron Felipe Calderón y Pedro Joaquín Coldwell en Los Pinos el 27 de febrero, ha habido un rapprochement entre estos dos partidos que se han repartido el poder federal desde 1988. Cada día resulta más evidente que la campaña de Josefina Vásquez Mota existe más para negociar posiciones e impunidades con el PRI que para conquistar la silla presidencial. Calderón, por su parte, parece más preocupado por su legado histórico y su futuro personal que por la continuidad del PAN en el poder o por honrar la memoria de su padre.

Hasta hace mes y medio sonaban los tambores de guerra. Parecía que el PAN y el gobierno federal se preparaban para combatir con todo el regreso de los dinosaurios al trono. La PGR abrió expedientes contra ex gobernadores tanto en Tamaulipas como en Coahuila. El sorpresivo relevo en la Fepade aparentemente tenía el fin de golpear mejor al adversario.

Felipe Calderón mismo aprovechaba cualquier foro para vincular al PRI con el narcotráfico y apoyar a su partido. Sus declaraciones sobre las elecciones de Michoacán, su entrevista con The New York Times en octubre y su comentario con consejeros de Banamex sobre los cuatro puntos de diferencia preparaban el escenario para una inédita intervención presidencial en las campañas.

Pero de repente todo cambió. En su reciente aparición en la mesa de análisis Tercer grado, de Televisa, Calderón hasta se atrevió a defender públicamente a Enrique Peña Nieto. A invitación expresa de uno de sus interlocutores, el Presidente se negó a incluir al priísta como uno de aquellos políticos supuestamente hipócritas que ahora abogan por privatizar a Pemex, pero se negaron a hacerlo cuando Calderón presentó su iniciativa al Congreso. En ese mismo programa, también quedó claro que Calderón se encuentra más interesado en impulsar la candidatura presidencial de Margarita Zavala en 2018 que la de Vázquez Mota en 2012.

Pocos días después, el Presidente aprovechó la muerte de Miguel de la Madrid, padre de las políticas neoliberales enarboladas desde hace tres décadas por el PRIAN, para terminar de cerrar filas con el PRI. Organizó una pomposa ceremonia luctuosa de Estado en Palacio Nacional con la asistencia de la cúpula del viejo partido de Estado, con Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto, desde luego, a la cabeza.

Habría que recordar que ni siquiera Vicente Fox organizó un acto oficial cuando falleció José López Portillo en 2004. Calderón, en contraste, aprovechó la ocasión para elogiar al ex presidente: Un hombre sereno y ecuánime, un hombre de familia; un hombre que amaba profundamente a nuestro México. Tal como lo ha señalado José Gil Olmos, este velorio fue realizado como lo hacían los grupos de la mafia italiana que, entre coronas de flores y abrazos, refrendaban la sucesión del poder aprovechando la muerte de alguno de los capos.

Por si quedaba duda, en la última semana se han multiplicado los signos de la cicatrización del PRIAN. En el Congreso de la Unión, ambos partidos actuaron como bloque para aprobar el nuevo convenio transfronterizo en materia petrolera entre México y Estados Unidos que, en palabras de Duncan Wood, ofrece emocionantes nuevas vías para la cooperación entre Pemex y empresas petroleras privadas. También impusieron el vergonzante aumento de cuotas para el FMI y el BID, así como la aprobación de Gerardo Laveaga como comisionado del Ifai.

Vicente Fox ha dicho públicamente lo que al parecer es el sentir de cada vez más panistas: Peña Nieto prácticamente tiene ganada la Presidencia, así que mejor alinearse con el poder que quedarse en un barco a punto de naufragar. Vázquez Mota misma también ya empieza a hacerle favores a Peña Nieto, al condicionar a la aceptación del priísta su propia participación en el debate convocado por Carmen Aristegui.

En 2006, Calderón no tuvo empacho en debatir con Roberto Madrazo sin la presencia del candidato puntero, Andrés Manuel López Obrador, y el desenlace fue sumamente positivo para su campaña. Hoy, sin embargo, Vázquez Mota prefiere proteger al puntero en lugar de ponerlo contra la pared o, en su caso, exhibirlo por no querer debatir con sus rivales.

Los nuevos anuncios negativos del PAN parecieran poner en duda la hipótesis de que Peña Nieto sea desde ahora el candidato de la continuidad. Sin embargo, no existe comparación alguna entre estos espots y aquellos utilizados contra López Obrador en 2006. Denunciar el incumplimiento de unos cuantos compromisos no es lo mismo que la amenaza de un inminente derrumbe financiero o golpe de Estado que constituyen un peligro para México. La pésima gestión de Peña Nieto en el estado de México y sus múltiples deslices durante el proceso electoral evidentemente darían para mucho más que unas imágenes de bardas grafiteadas y aguas turbias.

La diferencia entre las dos campañas de contraste no puede ser atribuida a la legislación electoral, ya que, al contrario de lo que comúnmente se piensa, la reforma electoral de 2007 no restringe las campañas negativas, sino las facilita. Antes de la reforma, la ley prohibía la diatriba, calumnia, infamia, injuria, difamación y denigración. Hoy, sin embargo, el texto constitucional únicamente prohíbe la calumnia y la denigración de instituciones y partidos.

Se ha comentado que en algún momento Calderón juró en el sepulcro de su padre que jamás entregaría el poder al PRI. Hoy, el antiguo cristero don Luis Calderón Vega se revuelve en su tumba.

Twitter: @JohnMAckerman

http://www.johnackerman.blogspot.com


Josefina Vázquez Mota, el "bluff" en las elecciones

http://www.losangelespress.org/josefina-vazquez-mota-el-bluff-en-las-elecciones/

14 de abril del 2012

Elecciones México

Guadalupe Lizárraga

Artículo de opinión

La campaña política de Josefina Vázquez Mota va de picada junto con ella misma. Da pena ajena escucharla en público. Sus discursos se han vuelto ficciones que están muy lejos de persuadir a un electorado serio. Josefina no puede ocultar su frustración ni su miedo ante la compleja responsabilidad que representa gobernar. Lo que transmite a los ciudadanos es más bien temor y desconfianza.

La candidata por el Partido de Acción Nacional no tiene conciencia alguna de lo que se está haciendo a sí misma. Perdida en sus disparates como el que va a “fortalecer el lavado de dinero” o el que “como nadie es perfecto, se fue a la Ibero a estudiar economía”, no le importa que sus intenciones correspondan o no un modelo preestablecido de lo moralmente correcto y de lo racionalmente estratégico para la ciudadanía. La expresión de su campaña es el resultado de quienes ven en la política el camino fructuoso para hacerse de dinero y de influencias. Y la evidencia más contundente ha sido el resultado de su pobre desempeño como funcionaria pública.

Josefina Vázquez le da lo mismo referirse a la UNAM, la máxima casa de estudios de México, como un “monstruo”, que avergonzarse de la Universidad Iberoamericana por haber estudiado ahí. No le importa dar entrevistas ebria o hacer gestos diabólicos ante una audiencia. Su presencia resulta absurda en el escenario electoral.

¿Qué persona objetiva puede creer en sus palabras incoherentes y mal pronunciadas? ¿Qué significan tantos tropiezos lingüísticos y de estrategia política? Los bien intencionados podrían pensar que esto es secundario y que lo que importa es su plataforma de propuestas para transformar a México.

Ya decía Octavio Paz que “para que un organismo sea capaz de llevar a cabo tareas históricas como la modernización de un país, el primer requisito es que sea fuerte”. Pero el PAN está muy desgastado por dentro y por fuera. La gestión de Felipe Calderón ha sido el aguijón para que este organismo político sea visto por su dirigencia como un peldaño para el botín. Y su candidata, que debería de ser el pilar para el rescate ético del PAN, vive a la sombra de su partido, favorecida por la política de privilegios, pero como súbdita y señor.


Josefina en campaña Foto: Del perfil de FB de Francisco Rodríguez

Josefina tampoco tiene una fuente de legitimación del poder estatal, como ha sido tradicionalmente con los candidatos del partido en el poder a la hora de asumir la presidencia. Pero tampoco es difícil comprobar que su debilidad no es fortuita. Su partido, pese a lo desgastado que se encuentra, no deja de ser un ente influyente, con una intensa relación –complicidades, alianzas, pactos– con otros grupos de poder, especialmente porque han sido doce años de ejercer el botín más codiciado del país: la presidencia. Aún cuando estos grupos no sean homogéneos y existan rencillas y querellas entre ellos, no dejan de desplegar una estela de influencia y control sobre los medios y las estrategias de campañas. Sería naive, pensar que la campaña de Josefina Vázquez Mota se les ha ido de las manos. Más bien parece un juego burdo de póker, donde ella es el “bluff”. Sin embargo, simular su debilidad la está haciendo realmente débil y su aparente torpeza la vuelve realmente torpe. Indudablemente, terminará afectada su autoestima y su salud mental, pero con una codiciada recompensa, pues nadie que haya disfrutado del poder y del dinero que da el pertenecer a la alta burocracia se expondría a terminar con su carrera política de esta manera.

Lo cierto es que a Josefina ya las mentiras se le marcan en el rostro agotado, se lo deforman, y ni siquiera han pasado los tres meses de campaña. Pero más allá de la imagen tan deprimente que nos ofrece, cada vez queda más claro que Josefina Vázquez Mota aceptó la candidatura para perder.

Pensar en que ella pudiera llegar a la presidencia de México es imposible para cualquier mente sensata. Cada paso que da, parecería estar diseñado para tropezarse, para ceder ventaja a un candidato con más miedo que ella, pero con más cómplices en el poder: Enrique Peña Nieto.

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